2. El Romance Sagrado



Al comenzar este capítulo, pare y pida al Espíritu Santo escudriñar en su mente y corazón para que le ayude a entender su corazón y el de Dios.

Queremos ver, de forma resumida, la vida interior perdida, el romance desconocido, el mensaje de las flechas y el descubrimiento o redescubrimiento del romance sagrado.

La vida perdida del corazón

¿Cuál es el estado de su corazón, hoy? Que pregunta más difícil e incómoda. Si no paramos para reflexionar sobre esto a tiempo, podemos sentirnos extraños o nerviosos.

En medio del activismo de los años de servicio, un voz grita dentro de nosotros: “en medio de todo esto alguna cosa esta faltando… existe algo mas…”. ¿Usted tiene sed? ¡Escuche a su corazón! Óigame: realmente falta alguna cosa en medio de nuestra carrera frenética. Usted desea experimentar un amor maravilloso, una gran aventura. Usted fue creado para algo más. ¡Y lo sabe!

Acallamos esa voz de diferentes maneras: el servicio, el trabajo, el trajín, el miedo, lo racional controlándonos, los afanes de esta vida y otras. Acallando la voz de nuestro corazón divorciamos nuestra vida interior de la exterior. Nos protegemos manteniendo cierta distancia de las personas, incluso de nosotros mismos y de nuestro corazón, escondiendo el agnosticismo práctico que vivimos ya que separamos nuestra vida interior de la exterior. Esta separación es el camino a la muerte.

“Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Prov. 4:23).  Perder nuestro corazón es perder todo. Y esta pérdida describe a la mayoría de hombres y mujeres de nuestros días. ¡No son únicamente los vicios, los problemas, la depresión, y el sufrimiento emocional, que nos llevan a esta pérdida! El ajetreo de todos los días, el activismo y la compulsión que no nos dejan parar, dictan una triste realidad para la mayoría de nosotros: estamos viviendo apenas para sobrevivir. Debajo de todo esto nos sentimos inquietos, cansados y vulnerables.

Desde temprano, la vida nos enseña que debemos ignorar nuestro corazón y no creer en él. Ignorando a nuestros corazones, comenzamos una vida doble. En la externa, creamos una identidad que la mayoría de las personas conoce, sin saber quién somos de verdad. Sobre esta apariencia vivimos de la fuente de la responsabilidad y obligaciones, respondiendo a las expectativas de las personas a nuestro alrededor  - yo necesito hacerlo - en vez de vivir de la fuente del deseo - yo quiero hacerlo-. La administración de nuestro tiempo toma el lugar de probar el misterio de la vida. Somos entrenados para creer que existen tres pasos para un matrimonio feliz, cinco formas de cómo obtener mejores ganancias de sus inversiones y los siete hábitos para el éxito.

La comunión con Dios es sustituida con actividades para él. Si volviéramos a oír con sensibilidad, estaríamos más atentos al romance sagrado que nos llama a través de nuestro corazón a cada momento. Nos susurra a través del viento, invitándonos por medio de la sonrisa de los buenos amigos, extendiéndose a nosotros a través del toque de alguien que nos ama.

El romance está presente hasta en los momentos de mayor sufrimiento: la enfermedad de un niño, la muerte de un cónyuge, la pérdida de un amigo. Tenemos nostalgia de la intimidad, hermosura y aventura. Este profundo deseo es la parte más poderosa de cualquier personalidad humana, el combustible de la búsqueda del significado de ser saludables. El sentido de estar verdaderamente vivo. No importa cómo describimos este profundo deseo, él es la cosa más importante dentro de nosotros, el centro de nuestro corazón, la pasión de nuestra vida.

La voz que nos llama en este lugar no es ninguna otra, sino la voz de Dios. Perdemos la habilidad de oír la voz de Dios cuando perdemos contacto con nuestros corazones. La verdadera historia de cada uno de nosotros no es la historia que usted ve, la externa.  Es la jornada de su corazón. Es trágico para cualquier persona perder contacto con la vida de su corazón, la vida interior. Esto se vuelve más triste aún cuando pasa con nosotros que conocemos la voz del Buen Pastor, Jesús de Nazaret.

Muchos de nosotros perdemos el fuego del primer amor en el torbellino del servicio cristiano, y las muchas actividades que nos devoran.  De esta forma pasamos a perder el romance. Comenzamos a sentir que nuestra fe es parecida a una serie de problemas que tienen que ser resueltos, o principios que deben ser dominados antes que podamos vivir la vida abundante que Jesús nos prometió. Cambiamos nuestras vidas espirituales por el mundo externo de actividades, y en nuestro interior nos quedamos sin dirección, llevados por las ondas pasajeras.

A pesar de todo, la vida cristiana, es un romance del corazón. No puede ser administrada con pasos y programas. No puede ser vivida exclusivamente como un código moral que lleva a la justicia. Respondiendo a un especialista en cosas religiosas que le preguntó cómo obtener una vida real, Jesús le hizo una pregunta:
“¿Que está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
Como respuesta el hombre citó: - “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu ser, con todas tus fuerzas y toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
“Bien contestado,” le dijo Jesús “Haz eso y vivirás.[2]

Lo que le interesa a Dios es nuestra vida interior. Nuestro corazón es la llave para la vida cristiana. En una de las mayores invitaciones jamás ofrecidas al hombre, Jesús se colocó de pie, en medio de la multitud de Jerusalén, y exclamó: “¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba!  De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Jn 7:37-38). 

Si no prestamos atención a la sed de nuestra alma, su invitación no significará nada. Con el pasar de los años, creemos que él no nos llama más a través de la sed del corazón.  Pablo reprendió os Gálatas por pensar que podrían llegar a Jesús a través de fuerzas humanas.  De forma parecida, descubrimos que alguna cosa o persona nos sedujo para volvernos a la vida externa, el enfoque en nuestras actividades, como el camino de la salvación.
EL ROMANCE DESCONOCIDO

Annie Dillard, escribió “Si es que alguna vez despertamos, despertamos al misterio”[3]  Dentro de esa perspectiva, ¿cuándo fue la última vez en que usted realmente despertó? Cuándo fue la última vez que usted sintió el misterio detrás de lo que usted ve cada día?

Nuestra historia interna es más audible en la mañana, antes que otras voces comiencen a clamar. El enredo de esta historia se desenvuelve, a través de dos líneas o revelaciones bien diferentes, que pelean por nuestra atención desde que fuimos niños. Una nos encanta y nos da coraje para superar miedos y resignaciones. Nos llenan de esperanza y confianza. Algo maravilloso nos llama. La otra nos persigue con oscuridad y sentimientos de tristeza, desaliento y decepción que a veces nos asechan en los días más lindos. Algo terrible quiere cazarnos.

Piense en las primeras veces que usted oyó la voz del romance sagrado, de ahí en adelante él volvió muchas veces. En todos los corazones existe el deseo profundo de un romance sagrado. El no desaparece, a pesar de nuestros esfuerzos a través de los años de anestesiar o de ignorar su música, o nuestro intento de atarlo a una sola persona o emprendimiento. Fundamentado en el misterio este romance está profundamente enraizado en nosotros. No puede ser entendido a través de la teología sistemática, o plenamente conocido de forma analítica, de la misma forma que el estudio de la anatomía del cuerpo nunca nos llevaría a entender la persona que vivió en el. 

Esperamos con ansias ser parte de algo mayor que nosotros mismos, de algo más grande. Experimentamos esta trascendencia de una forma pequeña cuando nuestro equipo de fútbol gana el campeonato contra un equipo famoso. Una parte profunda de nuestro corazón clama por estar atado, de alguna forma, a un propósito heroico con otras personas que tengan la misma mente y espíritu.

La verdad es que, si reflexionamos sobre a jornada de nuestro corazón, el romance nos llega a través de dos grandes anhelos: el deseo de aventura que requiere algo de nosotros, y la ansiedad por intimidad con alguien que verdaderamente nos conoce, al mismo tiempo que nos invita a conocerle, de esa misma forma; transparente y desnuda, como dos amantes descubriéndose en la noche de bodas.

EL MENSAJE DE LAS FLECHAS

Simone Weil escribió que sólo existen dos cosas que penetran el corazón humano; una es la hermosura, y otra es la aflicción.  Si Dios no llega a nosotros por la primera, nos busca por la segunda.
A pesar de que deseamos que solo haya hermosura en el mundo, cada uno de nosotros también conoce suficientemente el dolor como para levantar serias dudas acerca el universo en el cual vivimos. Desde temprano en nuestra vida conocemos otro mensaje que nos advierte que el romance tiene un enemigo.
El Salmista habla de este enemigo, diciendo que no necesitamos tenerle miedo:
“Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,
4 pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio.
      ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día”,
Salmos 91:3-5
Al mismo tiempo no podemos negar que las flechas llegan a cada uno de nosotros, a veces vienen en una nube de proyectiles que oscurecen el sol; otras veces ellas descienden en un vuelo más sutil -  y solo descubrimos que fuimos heridos años después, cuando la herida se inflama, supura y se abre. Piense en alguna de las flechas que fueron difíciles para usted. ¿Qué mensajes ellas trajeron a su alma?
Las flechas vuelan y parece que todas caen cerca unas de otras, indicándonos que la vida es peligrosa, terrible y que estamos solos en un mundo fríamente indiferente. En algún momento, todos enfrentamos la misma decisión ¿qué hacer con las flechas que ya conocemos? Otra manera de formular esta pregunta es: ¿qué es lo que ellas nos inducen a hacer? Las flechas llegan a nuestra vida de una u otra forma, ya sea a través de una pérdida que experimentamos como el abandono o alguna violación profunda que nos alcanza como el abuso. Su objetivo siempre es el mismo: matar el corazón.  Divórciese de el, negligencíelo, huya de el o escóndase a través de alguna anestesia  (nuestras varias adicciones).  Piense acerca de cómo usted está tratando con la aflicción que penetró su corazón.  ¿Las flechas aún tienen poder?
Con el pasar de los años, nuestras creencias y compromisos nos llevan a vivir con ciertos comportamientos aceptables, pero nuestro corazón pierde su pasión, alegría y el profundo sentido de misterio. Nuestra mente y corazón andan en caminos diferentes y sentimos que ninguno de ellos parece tener vida. La historia de todos nosotros tiene algo en común. La hermosura del romance y el mensaje doloroso de las flechas son tan radicalmente diferentes y parecen ser tan mutuamente exclusivas que parten nuestro corazón en dos partes.
En todos los sentidos el romance está lleno de hermosura y maravillas.  Por otro lado, las flechas son igualmente poderosas en su fealdad y destrucción. El romance parece prometernos una vida de plenitud a través de una profunda conexión con el gran corazón del universo. Las flechas niegan eso, nos dicen: “usted está solo. No existe ningún amor. Nadie fuerte y bondadoso le llama para una aventura exótica”. El romance dice: “este mundo es un buen lugar.” Las flechas zumban inocentemente advirtiéndonos: ¡cuídese de si mismo, el desastre es inminente! El romance nos invita a confiar. Las flechas nos intimidan para confiar apenas en nosotros mismos.
Las flechas nos golpean en los lugares vitales de nuestro corazón, en las cosas que son importantes para nosotros. Las preguntas más profundas que jamás hacemos, están vinculadas directamente a las mayores necesidades de nuestro corazón. Las respuestas que la vida nos da, que nosotros formulamos, acaban dando forma a la imagen que tenemos de nosotros mismos e de Dios.

EL ROMANCE SAGRADO
¡Dios es mucho más romántico de lo que imaginamos! ¿Usted ya pensó en leer la Biblia, no como un libro que le señala cómo vivir, no como algo para estudiar, para extraer principios de vida, o más conocimiento, sino como cartas escritas por su amante, revelando su corazón?
En el primer capítulo de Génesis encontramos al amante preparando la casa para su amada. No sé si existe otra escena más romántica que el principio de la historia humana. La creación del universo, del mundo y del hermoso jardín; el hombre en busca de alguien que le corresponda. Despertar de sus sueños y ver a un ser increíble, mirándole con una sonrisa tan especial y misteriosa; la maravilla de estar desnudos y sin vergüenza, la alegría y maravilla de explorar todo juntos. El amor, el jardín, los animales y el propio Creador. No le sería posible al hombre estar bien solito; creado a la imagen de Dios también él es profundamente romántico.
Todos los libros de la Biblia son capítulos del romance sagrado. Dios buscando a su amada. A pesar de la cultura, de la época de los patriarcas machistas, sus historias son de amor, por ejemplo; entre Abraham y Sara, Israel y Rebeca, Isaac y Raquel. Hasta la entrega de las leyes para el pueblo de Israel tenía el amor como su base. (Dt 6:4-5; Mt 22: 34-40)
Solo un Dios absolutamente romántico mandaría a su profeta Oseas a casarse con una prostituta, tener hijos con ella, perseguirla cada vez que ella volvía a estar con otros hombres. El amor de Dios que conocemos como ágape (amor incondicional) resume y resalta todos los otros amores: storge, amor familiar; fileos, amor fraternal; eros, amor romántico; Dios realmente es amor! 
Las grandes religiones del mundo no tendrían la osadía de incluir en su libro sagrado algo como el Cantar de los Cantares, libro inspirado por el Espíritu Santo, Espíritu de amor puro. Este libro celebra el romance entre un joven rey y su amada. Puede y debe inspirar a cada matrimonio, pero más que eso nos revela el corazón de nuestro Dios romántico y lo que El siente hacia nosotros – el mismo sentimiento que el Rey de ese libro siente por su amada. Oiga las palabras de él dirigidas hacia usted en ese libro.  (Cnt  2:10-13; 4:1,7,9)
Mi amado me habló y me dijo:
¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa!
¡Mira, el invierno se ha ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias!
Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado!
Ya se escucha por toda nuestra tierra el arrullo de las tórtolas.
La higuera ofrece ya sus primeros frutos,
Y las viñas en ciernes esparcen su fragancia.
¡Levántate, amada mía, ven conmigo, mujer hermosa!

¡Cuan bella eres, amada mía!  ¡Cuan bella eres!
Tus ojos, tras el velo, son dos palomas.
Tus cabellos son como los rebaños de cabras que retozan en los montes de Galaad.
Toda tú eres bella, amada mía;
No hay en ti defecto alguno.
Cautivaste mi corazón, hermana y novia mía;
Con una mirada de tus ojos;
Con una vuelta de tu collar cautivaste mi corazón.

¡Solo un Dios locamente apasionado hablaría algo así! No nos debe sorprender que una de las mayores oraciones de Pablo fuera que seamos arraigados y cimentados en amor. El apóstol pidió a Dios que pudiéramos comprender en lo íntimo de nuestro ser, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, que excede todo conocimiento, llenándonos de toda la plenitud de Dios (Ef 3:16-19).
¿Quién si no él, pondría a cuatro mujeres repudiadas en su genealogía: Tamar, Rahab, Rut y Betsabe, redimiéndolas en su segundo matrimonio?[4] Ni hablar de María y las formas de cómo el romance sagrado y el romance humano se intercalaron en su vida; eso es lo que Dios quiere para todo matrimonio. Además, nuestro Dios romántico no deja a los solteros a un lado; los invita a que se entreguen a él de forma completa, caminando con el en una dedicación que sobrepasa lo que los casados pueden hacer (I Co 7:25-35).
Nos es coincidencia que el primer milagro de Jesús fue en un matrimonio. A El le gustaba contar parábolas o historias sobre el matrimonio. Juan el Bautista reconoció en él al novio, alegrándose en ser su amigo. Pablo retoma esta figura diciendo: “Esto es un misterio profundo, yo me refiero a Cristo y a la iglesia” (Ef 5:32).
Su mayor tristeza es cuando perdemos nuestro primer amor (Ap 2:4) por que él nunca lo pierde. Como muchos romances buenos, podemos ver el fruto de su amor en el final de su libro. Después de las más terribles pruebas y desastres, la historia humana llega a su clímax en el matrimonio entre Jesús y su iglesia (novia) (Ap 21). Como en los cuentos de hadas; la bella durmiente despierta no solo para ser la novia más hermosa de la eternidad, sino también para ser la novia guerrera al lado de su Rey.

Preguntas para la reflexión (individual y en grupo pequeño)
1.      Describa cuál es el estado de su corazón hoy.




2.      ¿Cuáles son las flechas principales y sus mensajes que le inhiben para creer en el romance de Dios?




3.      En oración exprese el amor que usted percibe que Dios tiene hacia usted; después dígale lo que usted siente por él, y lo que desearía sentir y hacer.



Para profundizar
·         Lea Cantares varias veces esta semana, posiblemente en traducciones diferentes.  En el final, escriba una carta de amor, sea para su cónyuge o sea para Dios.


[1] Los conceptos principales de esta reflexión son sacados del libro de John  Eldridge & Brent Curtis, El Romance Sagrado – Vivamos Mas Cerca de Dios (Grupo Nelson).
[2] Lc 10:26-28”; NVI.
[3] Citado por John Eldredge e Brent Celrtis, O Romance Sagrado, p. 13
[4] Alabo a Dios por Francine Rivers y sus romances, cuyos títulos son los nombres de esas mujeres y que celebran la vida de cada una de ellas.