Al comenzar este capítulo, pare y pida al Espíritu Santo escudriñar en su
mente y corazón para que le ayude a entender su corazón y el de Dios.
Queremos ver, de forma resumida, la vida interior perdida, el romance
desconocido, el mensaje de las flechas y el descubrimiento o redescubrimiento
del romance sagrado.
La vida perdida del corazón
¿Cuál es el estado de su corazón, hoy? Que pregunta más difícil e incómoda.
Si no paramos para reflexionar sobre esto a tiempo, podemos sentirnos extraños
o nerviosos.
En medio del activismo de los años de servicio, un voz grita dentro de
nosotros: “en medio de todo esto alguna
cosa esta faltando… existe algo mas…”. ¿Usted tiene sed? ¡Escuche a su
corazón! Óigame: realmente falta alguna cosa en medio de nuestra carrera
frenética. Usted desea experimentar un amor maravilloso, una gran aventura. Usted fue creado
para algo más. ¡Y lo sabe!
Acallamos esa voz de diferentes maneras: el servicio, el trabajo, el
trajín, el miedo, lo racional controlándonos, los afanes de esta vida y otras. Acallando
la voz de nuestro corazón divorciamos nuestra vida interior de la exterior. Nos
protegemos manteniendo cierta distancia de las personas, incluso de nosotros
mismos y de nuestro corazón, escondiendo el agnosticismo práctico que vivimos
ya que separamos nuestra vida interior de la exterior. Esta separación es el
camino a la muerte.
“Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida”
(Prov. 4:23). Perder nuestro corazón es
perder todo. Y esta pérdida describe a la mayoría de hombres y mujeres de
nuestros días. ¡No son únicamente los vicios, los problemas, la depresión, y el
sufrimiento emocional, que nos llevan a esta pérdida! El ajetreo de todos los
días, el activismo y la compulsión que no nos dejan parar, dictan una triste
realidad para la mayoría de nosotros: estamos viviendo apenas para sobrevivir.
Debajo de todo esto nos sentimos inquietos, cansados y vulnerables.
Desde temprano, la vida nos enseña que debemos ignorar nuestro corazón y no
creer en él. Ignorando a nuestros corazones, comenzamos una vida doble. En la
externa, creamos una identidad que la mayoría de las personas conoce, sin saber
quién somos de verdad. Sobre esta apariencia vivimos de la fuente de la responsabilidad y obligaciones, respondiendo a
las expectativas de las personas a nuestro alrededor - yo necesito hacerlo - en vez de vivir de la fuente del deseo - yo quiero
hacerlo-. La administración de nuestro tiempo toma el lugar de probar el
misterio de la vida. Somos entrenados para creer que existen tres pasos para un
matrimonio feliz, cinco formas de cómo obtener mejores ganancias de sus
inversiones y los siete hábitos para el éxito.
La comunión con Dios es sustituida con actividades para él. Si volviéramos
a oír con sensibilidad, estaríamos más atentos al romance sagrado que nos llama
a través de nuestro corazón a cada momento. Nos susurra a través del viento, invitándonos
por medio de la sonrisa de los buenos amigos, extendiéndose a nosotros a través
del toque de alguien que nos ama.
El romance está presente hasta en los momentos de mayor sufrimiento: la
enfermedad de un niño, la muerte de un cónyuge, la pérdida de un amigo. Tenemos
nostalgia de la intimidad, hermosura y aventura. Este profundo deseo es la
parte más poderosa de cualquier personalidad humana, el combustible de la
búsqueda del significado de ser saludables. El sentido de estar verdaderamente
vivo. No importa cómo describimos este profundo deseo, él es la cosa más
importante dentro de nosotros, el centro de nuestro corazón, la pasión de
nuestra vida.
La voz que nos llama en este lugar no es ninguna otra, sino la voz de Dios.
Perdemos la habilidad de oír la voz de Dios cuando perdemos contacto con
nuestros corazones. La verdadera historia de cada uno de nosotros no es la
historia que usted ve, la externa. Es la
jornada de su corazón. Es trágico para cualquier persona perder contacto con la
vida de su corazón, la vida interior. Esto se vuelve más triste aún cuando pasa
con nosotros que conocemos la voz del Buen Pastor, Jesús de Nazaret.
Muchos de nosotros perdemos el fuego del primer amor en el torbellino del
servicio cristiano, y las muchas actividades que nos devoran. De esta forma pasamos a perder el romance.
Comenzamos a sentir que nuestra fe es parecida a una serie de problemas que
tienen que ser resueltos, o principios que deben ser dominados antes que
podamos vivir la vida abundante que Jesús nos prometió. Cambiamos nuestras
vidas espirituales por el mundo externo de actividades, y en nuestro interior
nos quedamos sin dirección, llevados por las ondas pasajeras.
A pesar de todo, la vida cristiana, es un romance del corazón. No puede ser
administrada con pasos y programas. No puede ser vivida exclusivamente como un
código moral que lleva a la justicia. Respondiendo a un especialista en cosas
religiosas que le preguntó cómo obtener una vida real, Jesús le hizo una
pregunta:
“¿Que está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
Como respuesta el hombre citó: - “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu ser, con todas tus fuerzas y toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo
como a ti mismo”
“Bien contestado,” le dijo Jesús “Haz eso y vivirás.[2]
Lo que le interesa a Dios es nuestra vida interior. Nuestro corazón es la
llave para la vida cristiana. En una de las mayores invitaciones jamás
ofrecidas al hombre, Jesús se colocó de pie, en medio de la multitud de
Jerusalén, y exclamó: “¡Si alguno tiene
sed, que venga a mí y beba! De aquel que
cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Jn 7:37-38).
Si no prestamos atención a la sed de nuestra alma, su invitación no
significará nada. Con el pasar de los años, creemos que él no nos llama más a
través de la sed del corazón. Pablo
reprendió os Gálatas por pensar que podrían llegar a Jesús a través de fuerzas
humanas. De forma parecida, descubrimos
que alguna cosa o persona nos sedujo para volvernos a la vida externa, el enfoque
en nuestras actividades, como el camino de la salvación.
EL ROMANCE DESCONOCIDO
Annie Dillard, escribió “Si es que alguna vez despertamos, despertamos al
misterio”[3] Dentro de esa perspectiva, ¿cuándo fue la
última vez en que usted realmente despertó? Cuándo fue la última vez que usted
sintió el misterio detrás de lo que usted ve cada día?
Nuestra historia interna es más audible en la mañana, antes que otras voces
comiencen a clamar. El enredo de esta historia se desenvuelve, a través de dos
líneas o revelaciones bien diferentes, que pelean por nuestra atención desde
que fuimos niños. Una nos encanta y nos da coraje para superar miedos y
resignaciones. Nos llenan de esperanza y confianza. Algo maravilloso nos llama.
La otra nos persigue con oscuridad y sentimientos de tristeza, desaliento y
decepción que a veces nos asechan en los días más lindos. Algo terrible quiere
cazarnos.
Piense en las primeras veces que usted oyó la voz del romance sagrado, de
ahí en adelante él volvió muchas veces. En todos los corazones existe el deseo
profundo de un romance sagrado. El no desaparece, a pesar de nuestros esfuerzos
a través de los años de anestesiar o de ignorar su música, o nuestro intento de
atarlo a una sola persona o emprendimiento. Fundamentado en el misterio este
romance está profundamente enraizado en nosotros. No puede ser entendido a
través de la teología sistemática, o plenamente conocido de forma analítica, de
la misma forma que el estudio de la anatomía del cuerpo nunca nos llevaría a
entender la persona que vivió en el.
Esperamos con ansias ser parte de
algo mayor que nosotros mismos, de algo más grande. Experimentamos esta
trascendencia de una forma pequeña cuando nuestro equipo de fútbol gana el
campeonato contra un equipo famoso. Una parte profunda de nuestro corazón clama
por estar atado, de alguna forma, a un propósito heroico con otras personas que
tengan la misma mente y espíritu.
La verdad es que, si reflexionamos sobre a jornada de nuestro corazón, el
romance nos llega a través de dos grandes anhelos: el deseo de aventura
que requiere algo de nosotros, y la ansiedad por intimidad con alguien
que verdaderamente nos conoce, al mismo tiempo que nos invita a conocerle, de
esa misma forma; transparente y desnuda, como dos amantes descubriéndose en la
noche de bodas.
EL MENSAJE DE LAS FLECHAS
Simone Weil escribió que sólo existen dos cosas que
penetran el corazón humano; una es la hermosura, y otra es la aflicción. Si Dios no llega a nosotros por la primera,
nos busca por la segunda.
A pesar de que deseamos que solo haya hermosura en el mundo,
cada uno de nosotros también conoce suficientemente el dolor como para levantar
serias dudas acerca el universo en el cual vivimos. Desde temprano en nuestra
vida conocemos otro mensaje que nos advierte que el romance tiene un enemigo.
El Salmista habla de este enemigo, diciendo que no
necesitamos tenerle miedo:
“Sólo
él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,
4 pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día”, Salmos 91:3-5
4 pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día”, Salmos 91:3-5
Al mismo tiempo no podemos negar que las flechas llegan a
cada uno de nosotros, a veces vienen en una nube de proyectiles que oscurecen
el sol; otras veces ellas descienden en un vuelo más sutil - y solo descubrimos que fuimos heridos años
después, cuando la herida se inflama, supura y se abre. Piense en alguna de las
flechas que fueron difíciles para usted. ¿Qué mensajes ellas trajeron a su
alma?
Las flechas vuelan y parece que todas caen cerca unas de
otras, indicándonos que la vida es peligrosa, terrible y que estamos solos en
un mundo fríamente indiferente. En algún momento, todos enfrentamos la misma
decisión ¿qué hacer con las flechas que ya conocemos? Otra manera de formular
esta pregunta es: ¿qué es lo que ellas nos inducen a hacer? Las flechas llegan
a nuestra vida de una u otra forma, ya sea a través de una pérdida que
experimentamos como el abandono o alguna violación profunda que nos alcanza
como el abuso. Su objetivo siempre es el mismo: matar el corazón. Divórciese de el, negligencíelo, huya de el o
escóndase a través de alguna anestesia
(nuestras varias adicciones).
Piense acerca de cómo usted está tratando con la aflicción que penetró
su corazón. ¿Las flechas aún tienen
poder?
Con el pasar de los años, nuestras creencias y
compromisos nos llevan a vivir con ciertos comportamientos aceptables, pero
nuestro corazón pierde su pasión, alegría y el profundo sentido de misterio.
Nuestra mente y corazón andan en caminos diferentes y sentimos que ninguno de
ellos parece tener vida. La historia de todos nosotros tiene algo en común. La
hermosura del romance y el mensaje doloroso de las flechas son tan radicalmente
diferentes y parecen ser tan mutuamente exclusivas que parten nuestro corazón
en dos partes.
En todos
los sentidos el romance está lleno de hermosura y maravillas. Por otro lado, las flechas son igualmente
poderosas en su fealdad y destrucción. El romance parece prometernos una vida
de plenitud a través de una profunda conexión con el gran corazón del universo.
Las flechas niegan eso, nos dicen: “usted está solo. No existe ningún amor.
Nadie fuerte y bondadoso le llama para una aventura exótica”. El romance dice:
“este mundo es un buen lugar.” Las flechas zumban inocentemente advirtiéndonos:
¡cuídese de si mismo, el desastre es inminente! El romance nos invita a
confiar. Las flechas nos intimidan para confiar apenas en nosotros mismos.
Las flechas nos golpean en los lugares vitales de nuestro
corazón, en las cosas que son importantes para nosotros. Las preguntas más
profundas que jamás hacemos, están vinculadas directamente a las mayores
necesidades de nuestro corazón. Las respuestas que la vida nos da, que nosotros
formulamos, acaban dando forma a la imagen que tenemos de nosotros mismos e de
Dios.
EL ROMANCE
SAGRADO
¡Dios es mucho más romántico de lo que imaginamos! ¿Usted ya pensó en leer
la Biblia, no como un libro que le señala cómo vivir, no como algo para
estudiar, para extraer principios de vida, o más conocimiento, sino como cartas
escritas por su amante, revelando su corazón?
En el primer capítulo de Génesis encontramos al amante
preparando la casa para su amada. No sé si existe otra escena más romántica que
el principio de la historia humana. La creación del universo, del mundo y del hermoso
jardín; el hombre en busca de alguien que le corresponda. Despertar de sus
sueños y ver a un ser increíble, mirándole con una sonrisa tan especial y
misteriosa; la maravilla de estar desnudos y sin vergüenza, la alegría y
maravilla de explorar todo juntos. El amor, el jardín, los animales y el propio
Creador. No le sería posible al hombre estar bien solito; creado a la imagen de
Dios también él es profundamente romántico.
Todos los libros de la Biblia son capítulos del romance
sagrado. Dios buscando a su amada. A pesar de la cultura, de la época de los
patriarcas machistas, sus historias son de amor, por ejemplo; entre Abraham y
Sara, Israel y Rebeca, Isaac y Raquel. Hasta la entrega de las leyes para el
pueblo de Israel tenía el amor como su base. (Dt 6:4-5; Mt 22: 34-40)
Solo un Dios absolutamente romántico mandaría a su
profeta Oseas a casarse con una prostituta, tener hijos con ella, perseguirla
cada vez que ella volvía a estar con otros hombres. El amor de Dios que
conocemos como ágape (amor incondicional) resume y resalta todos los
otros amores: storge, amor familiar; fileos, amor fraternal; eros, amor romántico; Dios realmente es amor!
Las
grandes religiones del mundo no tendrían la osadía de incluir en su libro
sagrado algo como el Cantar de los Cantares, libro inspirado por el Espíritu
Santo, Espíritu de amor puro. Este libro celebra el romance entre un joven rey
y su amada. Puede y debe inspirar a cada matrimonio, pero más que eso nos
revela el corazón de nuestro Dios romántico y lo que El siente hacia nosotros –
el mismo sentimiento que el Rey de ese libro siente por su amada. Oiga las
palabras de él dirigidas hacia usted en ese libro. (Cnt
2:10-13; 4:1,7,9)
Mi amado me habló y me
dijo:
¡Levántate, amada mía;
ven conmigo, mujer hermosa!
¡Mira, el invierno se ha
ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias!
Ya brotan flores en los
campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado!
Ya se escucha por toda
nuestra tierra el arrullo de las tórtolas.
La higuera ofrece ya sus
primeros frutos,
Y las viñas en ciernes
esparcen su fragancia.
¡Levántate, amada mía,
ven conmigo, mujer hermosa!
¡Cuan bella eres, amada
mía! ¡Cuan bella eres!
Tus ojos, tras el velo,
son dos palomas.
Tus cabellos son como los
rebaños de cabras que retozan en los montes de Galaad.
Toda tú eres bella, amada
mía;
No hay en ti defecto
alguno.
Cautivaste mi corazón,
hermana y novia mía;
Con una mirada de tus
ojos;
Con una vuelta de tu
collar cautivaste mi corazón.
¡Solo un Dios locamente apasionado hablaría algo así! No nos debe
sorprender que una de las mayores oraciones de Pablo fuera que seamos
arraigados y cimentados en amor. El apóstol pidió a Dios que pudiéramos
comprender en lo íntimo de nuestro ser, la longitud, la altura y la profundidad
del amor de Cristo, que excede todo conocimiento, llenándonos de toda la
plenitud de Dios (Ef 3:16-19).
¿Quién si no él, pondría a cuatro mujeres repudiadas en
su genealogía: Tamar, Rahab, Rut y Betsabe, redimiéndolas en su segundo matrimonio?[4]
Ni hablar de María y las formas de cómo el romance sagrado y el romance humano
se intercalaron en su vida; eso es lo que Dios quiere para todo matrimonio.
Además, nuestro Dios romántico no deja a los solteros a un lado; los invita a
que se entreguen a él de forma completa, caminando con el en una dedicación que
sobrepasa lo que los casados pueden hacer (I Co 7:25-35).
Nos es coincidencia que el primer milagro de Jesús fue en
un matrimonio. A El le gustaba contar parábolas o historias sobre el matrimonio. Juan el Bautista reconoció en él al
novio, alegrándose en ser su amigo. Pablo retoma esta figura diciendo: “Esto es un misterio profundo, yo me refiero
a Cristo y a la iglesia” (Ef
5:32).
Su mayor tristeza es cuando perdemos nuestro primer amor (Ap 2:4) por que
él nunca lo pierde. Como muchos romances buenos, podemos ver el fruto de su
amor en el final de su libro. Después de las más terribles pruebas y desastres,
la historia humana llega a su clímax en el matrimonio entre Jesús y su iglesia
(novia) (Ap 21). Como en los cuentos de hadas; la bella durmiente despierta no solo
para ser la novia más hermosa de la eternidad, sino también para ser la novia
guerrera al lado de su Rey.
Preguntas para la
reflexión (individual y en grupo pequeño)
1.
Describa cuál es el estado
de su corazón hoy.
2.
¿Cuáles son las
flechas principales y sus mensajes que le inhiben para creer en el romance de
Dios?
3.
En oración exprese el
amor que usted percibe que Dios tiene hacia usted; después dígale lo que usted
siente por él, y lo que desearía sentir y hacer.
Para profundizar
·
Lea Cantares varias
veces esta semana, posiblemente en traducciones diferentes. En el final, escriba una carta de amor, sea
para su cónyuge o sea para Dios.
[1] Los conceptos
principales de esta reflexión son sacados del libro de John Eldridge & Brent Curtis, El Romance
Sagrado – Vivamos Mas Cerca de Dios (Grupo Nelson).
[4] Alabo
a Dios por Francine Rivers y sus romances, cuyos títulos son los nombres de
esas mujeres y que celebran la vida de cada una de ellas.