3. Comprometidos con el Reino de Dios



En los primeros dos capítulos profundizamos acerca de una relación apasionada con nuestro Dios. No existe nada más importante que ello. Al mismo tiempo, para que seamos coherentes con esa dedicación, ésta relación terminará llevándonos a un compromiso absoluto no solamente con el Rey sino también con su Reino. Infelizmente, muchos de nosotros conocemos muy poco sobre ese Reino. En este capítulo ganaremos una visión panorámica del Reino, entenderemos por qué la falta de esa visión nos deja en crisis y reconoceremos cuatro dimensiones en las cuales necesitamos vivir para ser verdaderos ciudadanos del Reino de Dios.

Visión panorámica del Reino de Dios


Se cuenta que seis ciegos escucharon hablar de un animal increíble, llamado elefante. Queriendo conocerlo personalmente, fueron a un zoológico y pidieron permiso para tocar al elefante. Después, cada uno llegó relatando con profunda convicción lo que ahora entendía qué era un elefante.

Uno de ellos percibió que el animal era una inmensa pared; el segundo, el tronco de un árbol; el tercero, una lanza peligrosa; el cuarto, una soga; el quinto, una cobra grande; el último, un inmenso abanico (refiriendo-se a la oreja de el elefante). Probablemente, tenemos una confusión semejante en cuanto a las perspectivas del Reino de Dios entre nosotros. Para muchos el Reino es un concepto teológico que nadie entiende bien. Para otros es algo del pasado, relacionado con ese Jesús que vivió hace tantos años. Algunos lo presentan como algo futuro que recién conoceremos cuando el Señor vuelva. Otros dicen que es algo espiritual en cada creyente y se expresa de manera colectiva en la iglesia. Unos son más radicales y afirman que es algo que ataña a todas las esferas donde Dios esta presente, sea a nivel individual o colectivo, particular o publico, secular o eclesiástica.

Para tener más clara esta perspectiva bíblica sobre el Reino de Dios, en las siguientes declaraciones marque usted con “F” si piensa que la declaración es falsa y con “V” si piensa que es verdadera:

A.    La Biblia comienza en Génesis 1 con un llamado divino para que el hombre domine (reine) y cierra en Apocalipsis con una revelación de triunfo final del Rey y los que reinaran con El.
B.     El ministerio de Jesús, descrito en los evangelios, abre con la declaración que el Reino de Dios estaba cerca y concluye con Jesús proclamando que toda autoridad le fue dada en los cielos y en la tierra.
C.     El libro de los Hechos comienza con Jesús enseñando durante 40 días sobre el Reino de Dios y termina con Pablo proclamando el Reino de Dios.
D.    El arrepentimiento es la puerta de entrada al Reino, como también la puerta por la cual continuamos a profundizar nuestra visión y experiencia del Reino de Dios.
E.     Somos llamados a priorizar el Reino de Dios, buscándolo antes que cualquier otra cosa.
F.      El propósito de Dios es que su Reino se revele aquí en la tierra y que su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo.
G.    Jesús acostumbraba a ir de ciudad en ciudad predicando y demostrando las Buenas Nuevas del Reino de Dios.
H.    Justificadamente, el Sermón del Monte es llamado de la “Constitución del Reino de Dios”, hablando del Reino más de diez veces.
I.       Los discípulos de Jesús fueron enviados a proclamar y demostrar el Reino de Dios, tanto los doce como los setenta.
J.       La mayoría de las parábolas de Jesús explican el Reino de Dios.
K.    Una muestra de que el Reino de Dios llegó, es la expulsión de demonios.
L.     Cuando el evangelio del Reino sea predicado en todo el mundo, a todas las naciones, entonces vendrá el fin.
M.   El Reino de Dios está dentro de nosotros, entre nosotros y siendo expuesto en el mundo.

Probablemente usted comenzó a notar que todas las observaciones son verdaderas.[1] Posiblemente se inquiete al darse cuenta que el Reino fue mucho más importante para Jesús de lo que es hoy para nosotros.

Nuestra Crisis

Si el Reino de Dios fue central para Jesús y la iglesia primitiva, ¿por qué oímos hablar tan poco de él hoy? En parte, esto es porque muchos tienen dificultades en percibir que el Reino se expresa en la actualidad, viéndolo más como algo que pertenece al pasado o al futuro.

La verdad es que el Reino tiene su fundamento en el pasado, cuando Jesús estaba aquí en la tierra. Al mismo tiempo se revela en el presente, porque Jesús reina en nosotros y se muestra y extiende su Reino a través de nosotros. Finalmente será consumado y revelado en su plenitud solamente en el futuro, cuando Jesús vuelva y coloque todas las cosas debajo de sus pies. Así como nuestra salvación pertenece al pasado, presente y futuro simultáneamente (fuimos salvos, estamos siendo salvos y seremos salvos), también el Reino de Dios fue introducido por Jesús, se expresa hoy en nosotros y a través de nosotros, y será realizado plenamente al final de los tiempos.

¿Estamos en crisis?  Sí, pero posiblemente no lo percibimos. Vea algunas diferencias entre la fe y vida de la iglesia primitiva y la nuestra. El nombre común por el cual los miembros de la iglesia primitiva eran conocidos era “discípulos”. El nombre común hoy en día sería “cristianos”. Esto era muy raro en las primeras décadas de la iglesia, en el Nuevo Testamento sólo aparece tres veces, generalmente lo usaron personas no creyentes para hablar de los creyentes. Si preguntáramos a los miembros de la iglesia primitiva si eran cristianos, probablemente quedarían confundidos en cuanto al significado del nombre. Hoy, si preguntáramos a los miembros de la iglesia si son discípulos, también estarían confundidos. El nombre discípulo o discípulos aparece 289 veces en el Nuevo Testamento. ¿Cuál es el énfasis del Nuevo Testamento? – discípulo o cristiano?,  ¿Cuál es el énfasis hoy? ¿Nota nuestra crisis?

De forma parecida, Jesús es más conocido como Señor en el Nuevo Testamento que como Salvador. Él es llamado Señor 664 veces, Salvador apenas 24. ¿Cuál es el énfasis en el Nuevo Testamento? ¿Cuál el énfasis en nuestras iglesias hoy? El primero énfasis refleja el señorío de Cristo, su Reino y nuestra entrega; el segundo énfasis refleja lo que nosotros recibimos, nuestros beneficios. ¿Nota nuestra crisis?

¿Cuál es el evangelio que estamos predicando? ¿El evangelio del Reino? ¿Será que el creyente tibio y débil que vemos con frecuencia en nuestras iglesias tiene que ver con el tipo de semilla que fue plantada?

Déjeme dar una definición: “El Reino de Dios es una esfera (dominio), creciente y vivificante, en el cual el gobierno de Cristo es reconocido, obedecido, buscado y disfrutado”.

El Reino es de Dios, no es para crear un Reino propio. Crece de forma irresistible, como una semilla de mostaza o como la levadura que levanta toda la masa. Ministra vida abundante a todos los que entran o llegan cerca de él. Es un gobierno absoluto, una teocracia, no una democracia. Al mismo tiempo, el Rey no impone su voluntad; aguarda que su autoridad sea reconocida. Pero no es suficiente reconocer su autoridad, los propios demonios hacen esto. Necesitamos obedecerle, ser verdaderos discípulos que vivamos la realidad de su señorío en todas las dimensiones de nuestras vidas.

¡Pero ser obedientes no es suficiente! Los ángeles son obedientes, pero Dios quiere más de nosotros. Quiere que nosotros le busquemos, a él y su Reino, que le deseemos, que tengamos hambre y sed de él. Al final de cuentas, él no quiere que sólo seamos siervos o personas bajo su dominio, quiere que seamos hijos del Rey, que realmente disfrutemos de su Reino. Ese es el propósito del hombre: “Conocer a Dios y disfrutar de Él por la eternidad”

¡Cuántas iglesias han dejado de predicar el verdadero evangelio del Reino¡ ¡Cuántos creyentes no viven como verdaderos ciudadanos del Reino! ¿Será que al final de los tiempos habrá una gran cantidad de personas “creyentes” que oirán a Jesús decir: “Apartaos de mi, yo nunca os conocí”? ¿Estamos en crisis?

Experimentando el Reino de Dios

Comprender que el Reino de Dios y el Señorío de Cristo llenan todas las áreas de nuestra vida tiene implicaciones profundas. Tenemos que renovar nuestra fe. Nuestra tendencia es exagerar un lado u otro de las cuatro dimensiones del Reino.

            1.-Ser familia de Dios versus ser el ejército de Dios
            2.-Tener un enfoque individualista versus un enfoque colectivo
            3.-Ser separados del mundo versus nuestra misión de transformarlo.
            4.- Una visión espiritual versus una visón que incluye la dimensión física.

El Reino de Dios nos desafía a no dejar de lado la primera parte de la lista, al mismo tiempo nos llama a abrazar los elementos de la segunda parte, aparentemente opuestos a ellos. Veamos con más detalle cada ítem.

En primer lugar, la iglesia está descubriendo y disfrutando la importancia de ser parte de la familia de Dios. Necesita hacer esto sin perder la visión y compromiso de ser el ejército de Dios, ciudadanos, embajadores, guerreros, cuyas vidas son entregadas al servicio del Rey, ¡hasta la muerte, y aún después!

En segundo lugar, nuestra fe y salvación son expresiones individuales. Esto también ha sido llevado a un extremo del individualismo, donde cada creyente es dueño de sí mismo, cambiando de iglesia si ve cosas que no le gustan. Necesitamos mantener el valor de la individualidad de cada uno al mismo tiempo que nos apropiamos del valor de la colectividad, aprendiendo a discernir que somos el Cuerpo de Cristo, comprometidos a caminar en alianza los unos con los otros con relaciones interdependientes. A través de nuestra unidad el mundo sabrá que Jesús es el Hijo de Dios (Jn 17:21,23)

En tercer lugar, nos hemos dedicado bastante a la iglesia y su crecimiento. Necesitamos dedicarnos a la iglesia, a la comunidad del Reino como alta prioridad.  Al mismo tiempo, tenemos un llamado de ser sal y luz en el mundo, en la medida de lo posible desarrollar el Reino y sus valores aquí en la tierra, en la esfera secular. Eso implica llevar la luz e la vida a nuestras empresas, la política, la educación, el placer y todas las áreas para el Señor Jesús.

Finalmente, nos hemos dedicado a una perspectiva claramente espiritual del Reino. Necesitamos mantener ese foco y al mismo tiempo entender que el Reino, desde el mandato de Génesis de gobernar o cuidar la tierra, tiene que ver con la esfera física.  Necesitamos cuidar de nuestros cuerpos como el templo del Espíritu, de nuestras casas como centros del Reino de Dios y cuidar de la tierra como mayordomos de ella.

El Rey quiere que su Reino crezca en nosotros y a través de nosotros. Ese crecimiento no es sólo suave, dulce, con música bonita de fondo. El crecimiento verdadero tiene una dimensión violenta que llevó Jesús a decir: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.” (Mt 11:12 RV60). Jesús inició su ministerio predicando el evangelio del Reino (Mt 4:23), y tanto él como Juan el Bautista proclamaron: “Arrepiéntanse porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 3:2; 4:17). El arrepentimiento es la puerta al Reino de Dios. Pero no sólo una puerta de entrada para personas no creyentes, también es una puerta por la cual necesitamos entrar de nuevo cada vez que Dios nos revela que nuestra visión o vida no se ajustan a sus propósitos.

No es suficiente hacer pequeños ajustes y felicitarnos por ser buenitos. Necesitamos quebrantarnos y dejar que él haga una obra profunda y radical.  Servimos a un Dios mucho más grande de lo que nos imaginamos, aquel que es soberano absoluto del universo. El llamado que el Señor hizo a las siete iglesias en Apocalipsis frecuentemente fue un llamado al arrepentimiento (Ap. 2:5, 16, 22; 3:3, 19).

Las iglesias que hoy ministran arrepentimiento sólo para no creyentes probablemente necesitan oír las palabras de Pablo y el llamado al arrepentimiento que él hizo a la iglesia de Corinto: “Porque el Reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder.” (1 Cor. 4:20). Si no continuamos creciendo a través de nuevos momentos de arrepentimiento tendremos una posibilidad de caer en la condenación de Pablo en otra carta, volviéndonos personas que tienen una “apariencia de piedad pero niegan la eficacia de ella;” (2 Ti. 3:5)

Preguntas para reflexión (individual y en grupo pequeño)

1.      ¿Qué es lo más llama su atención en cuanto al Reino de Dios?



2.      ¿En que dimensión del Reino usted necesita crecer más?



3.      Si el arrepentimiento es la puerta para continuar entrando en el Reino de Dios, existe alguna cosa de la cual usted necesita arrepentirse?



Para profundizar
·         Lea el evangelio de Mateo, colocando una corona en el margen de la página, posiblemente con color rojo, cada vez que aparecen palabras como “Reino”,  “Rey”,  “Hijo de David”, o similares.


[1] La base bíblica de esas afirmaciones: A) Gn 1:262-8; Ap 19:16; 20:4-6; 21:11. B. Mt 3:1-3; 4:17,23; 28:18. C. Hch 1:3; 28:23,31. D. Mt 3:2; 4:17; Mc 1:15. E. Mt 6:33. F. Mt 6:10, en cuanto a como Jesús nos enseñó a orar. G. Mt 4:23; 9:35; 11:1-6. H. Mt 5:3, 10, 19, 20, 34,35; 6:10, 13,33; 7:21,29, articulando los valores del Reino de Dios. I. Mt 10:1, 7,8; Lc 10:9,11. J. Mt 13:11,19,24,31,33,37,41,43,44,45,47,52; 18:23; 20:1; 21:33,43; 22:1; 25:1,14. K. Mt 12:28; Lc 11:20. L. Mt 24:14. M. Dentro de nosotros: Lc 17:20,21; entre nosotros: Mt 13:11,36-46; y siendo expresado en el mundo: Mt 13:36-46; 24:14.