5. Discernimiento y Obediencia a la Voluntad de Dios



En el capítulo anterior comentamos una de las características más sobresalientes de un hijo de Dios: el hijo no puede hacer nada por si mismo, sino lo que ve hacer al Padre. No conozco otro libro que ayude a desarrollar discernimiento y oír la voz de Dios tanto como el de Henry Blackaby y Claude King, “Conociendo a Dios y haciendo su voluntad” (Ed. Life Way). Seguidamente resumimos los siete principios que ellos trabajan como base para escuchar a Dios. Quien estudió este libro, generalmente, fue profundamente tocado. Infelizmente, con el paso del tiempo, la mayoría no recordamos los siete principios y fácilmente olvidamos lo que aprendimos. El repaso que sigue afinará nuestro discernimiento y habilidad para vivir bajo la dependencia de Dios con integridad. A continuación, en el resumen que se presenta usted recordará algunos puntos que ya tratamos; de todos modos es importante reiterar estas verdades profundas para que puedan penetrar en nuestro corazón.

1.      Dios está obrando a nuestro alrededor

La Biblia es clara: cada día Dios actúa en todas las cosas (Rom. 8:28). Claro que inicialmente muchas cosas nos dejan perplejos, confusos y hasta con miedo, rabia o tristeza. Pero, el “puntapié inicial” de oír a Dios es confiar en él, que Dios realmente está presente, que actúa y su acción es con propósito para nuestro bien. Lo que nos sorprende muchas veces es que el bien que Dios busca para nosotros no es que nos sintamos bien, pero sí que nos volvamos buenos, conformados a la imagen de su Hijo Jesucristo (Rom. 8:29).

Para caminar en la voluntad de Dios, necesitamos ser moldeables, como el barro en las manos del alfarero.  ¡Lo que El quiere hacer en nosotros es más importante de lo que El quiere hacer a través de nosotros.

2.      Dios busca una relación de amor continuo con usted que sea real y personal.

A medida que seguimos a Jesús, un día a la vez, él nos guiará según la voluntad de Dios. No es un programa, un método o una formula. Es una relación de amor con Dios. Si soy el amigo de alguien, intuitivamente percibo lo que él quiere. Jesús dice “Ustedes son mis amigos”. Dios desea revelarse. Pero se requiere pasar tiempo en su presencia y en su Palabra, para que podamos entender lo que El nos quiere mostrar.

El que es de Dios escucha lo que Dios dice.  Pero ustedes no escuchan,  porque no son de Dios.” (Jn 8:47). El primer paso para caminar con Dios no es actuar, sino pararse y oír, asegurándose que la relación esté bien. Llegará la hora de actuar, mas la relación viene primero. Oswald  Chambers aclara esto cuando dice:

El objetivo de mi vida espiritual es tener una identificación tal con Jesucristo, que siempre escuche lo que Dios dice; y yo sé que Dios siempre me oye (Jn 11:41). Si estoy unido a Jesucristo, oigo a Dios porque siempre estoy interesado en escucharle. Un lirio, un árbol o un siervo de Dios me pueden transmitir el mensaje de Dios. Lo que me impide de oírlo es que estoy envuelto con otras cosas. No es que no quiera oír a Dios, es que mi devoción está dirigida en la dirección equivocada. Soy devoto a las cosas, al servicio y a las convicciones, y Dios puede decir lo que quiera, yo no lo escucho. La actitud de un hijo debe ser siempre: “Habla, Señor, porque tu siervo oye”. Si me he dedicado a oírlo, sólo escucho la voz de Dios en ciertas ocasiones; el resto del tiempo estoy metido en otras cosas –cosas que digo que necesito hacer – y así me vuelvo sordo a él; esta no es vida de un hijo de Dios. ¿Habré escuchado hoy la voz de Dios? [1]

Ser amado por Dios es la más elevada relación, el hecho más completo y la más elevada posición en la vida. Cuando estamos llenos de Él y de su amor, qué más necesitamos? Si no estamos plenamente convencidos de su amor hacia a nosotros, necesitamos oír antes que nada la frase que Jesús oyó muchas veces “Este es (usted es) mi hijo amado; estoy muy complacido con él (Mt. 3:17; 12:18; 17:5, cursivas nuestras). Recuerde que el Señor escuchó estas palabras antes de comenzar su ministerio. El amor del Padre no depende de nuestro servicio.

Si entiendo su amor, mi tiempo a solas con Él será porque lo conozco y lo amo, y no para aprender acerca de Él; será un encuentro de grandes amigos, compartiendo sus corazones y oyendo el corazón uno al otro.

3.      Dios le invita a involucrarse con él en su obra.

Dios revela aquello que está haciendo y lo que pretende hacer. La revelación pasa a ser una invitación para que nos juntemos a él. Dado que esa invitación requiere cambios en nuestra mente, corazón y comportamiento, no podemos continuar como estamos y seguir a Dios.

Para conocer y hacer la voluntad de Dios necesitamos morir a nosotros mismos diariamente, negar nuestro yo y tener una vida centrada en Dios. Él hará más en seis meses con un pueblo consagrado de lo que nosotros podríamos hacer sin él en sesenta años. Comprender lo que Dios quiere realizar en el lugar donde estamos es más importante que decirle a él lo que queremos hacer para él. Los propósitos de Dios son más importantes que los nuestros. El momento en que él nos habla es el momento exacto que él quiere que le respondamos.

4.      Dios habla a través del Espíritu Santo, por medio de la Biblia, de la oración, de las circunstancias y de la iglesia, con el fin de revelarse a sí mismo, sus propósitos y manera de actuar.

Dios no cambió. Él todavía habla a su pueblo. Si tengo dificultades en oír su voz, entonces tengo problemas en mi experiencia cristiana. Dios habla de las más diversas formas; reconoceremos su voz si estamos en una relación íntima con Él.

La mayoría de los creyentes no oyen a Dios día a día y tampoco en su tiempo devocional. En gran parte, es porque sencillamente nadie les discípulo ni enseñó cómo hacer esto. No es complicado. A la hora de aprender, crecer o evaluar, nos puede ayudar ver que el proceso realmente es intuitivo y natural en sus pasos:

A.    Ore entendiendo que la parte más importante de la oración es oír a Dios. Entonces quede en silencio un tiempo para oírlo. Entender el corazón de Dios es más importante que hablar del suyo.
B.    Observe…. Lo que Dios hará enseguida. Quede atento a lo que sucederá en el lugar, situación o persona que era el propósito de su oración. Nuestro mayor problema es orar y olvidar, no imaginar que Dios responderá.
C.    Haga la conexión entre la oración y sus observaciones. En este sentido, un diario espiritual es muy importante para anotar lo que Dios le está diciendo. Nos ayuda a volver a leer semanal o periódicamente.
D.    Identifique lo que Dios ya estaba haciendo antes de su oración. No caiga en la estupidez de pensar que Dios no estaba haciendo nada hasta que empezó a orar.  Él normalmente da continuidad a lo que ya estaba haciendo.
E.     Haga preguntas de sondeo a las personas por quienes estaba orando.  Entre ella puede incluir:
·        ¿Le gustaría que orase por usted?
·        ¿Cómo puedo orar por usted?
·        ¿Le gustaría conversar?
·        ¿Qué es lo que usted cree que es su mayor desafío en esta situación?
·        ¿Cuál es la cosa más significativa en su vida en estos días?
·        ¿Qué es lo que Dios está haciendo en su vida?
·        ¿Qué es lo que Dios le ha mostrado en estos días?
·        ¿Qué preocupación especial Dios ha puesto en su corazón?
·        ¿Dónde se encuentra en su peregrinaje espiritual? (Esta es una buena pregunta para persona no creyente)

F.     Oiga. Oiga las respuestas a estas preguntas para percibir mejor lo que Dios está haciendo.

Cuando no oiga nada de Dios, continúe haciendo la última cosa que le escuchó hablar, espere y aguarde un nuevo encuentro con Él. A veces tenemos dificultad de oír a Dios porque estamos muy involucrados emocionalmente. Cuando estamos en crisis o con emociones turbulentas es difícil oír bien. En esa hora, pida a otros que oren y oigan con usted y por usted. Es la hora que el cuerpo de Cristo necesita apoyarlo de forma especial. A través de las oraciones de nuestros hermanos y hermanas el Espíritu Santo intercede por nosotros. Esas personas necesitan compartir con nosotros lo que oyeron decir al Padre. En verdad, debe ser normal para los miembros de la iglesia hablar de lo que sienten que Dios está haciendo; si no fuera así, el cuerpo entero está con problemas.

5.      La invitación que Dios le hace para que usted trabaje con él siempre lleva a una crisis de fe que exige fe y acción.

Si Dios tiene una tarea grande para nosotros, él necesita desarrollar un gran carácter para igualarnos al tamaño de esa tarea, antes que él ordene que ella sea ejecutada. Dios tiene el derecho de interferir en nuestras vidas. Él es el Señor. Cuando lo aceptamos como Señor, le damos el derecho de usar nuestras vidas en la hora y en la forma que él quiera.

Una buena pregunta que podemos hacernos es: ¿Si Jesús estuviese en este momento en nuestro lugar haría lo que estamos haciendo? Cuando hacemos esa pregunta, sus respuestas son del tamaño de él. Nos llevan a pensar más allá de lo que hicimos hasta ahora. Necesitamos ser más sensibles a lo sobrenatural y a la posibilidad de Dios manifestar su poder divino a través de nosotros o en nuestro contexto.  Dios quiere, mucho más, que usted lo experimente a él que resolverle cierto problema. Él puede resolver problemas en todo momento; pero lo que al Señor le importa más es que usted le conozca y experimente Su vida.

6.      Es necesario hacer ajustes profundos en nuestra vida para unirnos a Dios en aquello que él está haciendo.

Posiblemente una de las mayores razones por la cual no tenemos respuestas a nuestras oraciones es porque queremos que Dios responda sin que nosotros nos pongamos en acción. La mayoría de las veces la respuesta de Dios tendrá que ver con que nosotros hagamos ajustes en nuestra forma de pensar o accionar. Usted no puede quedarse donde está e ir al frente con Dios al mismo tiempo.

Servimos al Rey de reyes; nosotros necesitamos amoldarnos a Él y no preguntarnos por qué él no se amolda a nosotros. La mayor tarea de Dios es amoldar a su pueblo conforme a su imagen. A veces esto toma tiempo porque tardamos en llegar a la forma exacta que él desea que tengamos. Esto se aplica a nosotros individualmente, como también de forma colectiva, a la iglesia. Cuando no estamos oyendo claramente a Dios, necesitamos ser pacientes hasta que él aclare sus propósitos, entendiendo que posiblemente necesitamos cambiar nuestro carácter o actitud para que Dios pueda seguir adelante con sus planes.

Es imposible experimentar todo lo que Dios tiene para nosotros sin ser parte del cuerpo de Cristo, una iglesia local. Dios no desiste de las personas ni de su iglesia y yo debo ser como él. Recuerde que relaciones íntimas con Dios son más importantes que los edificios, presupuestos, programas, métodos, tamaño de la iglesia, número de empleados o cualquier otra cosa. No dejemos que preocupaciones secundarias como ésas nos alejen de los propósitos principales de Dios. El pecado interrumpe el fluir del Espíritu y la habilidad de oírlo. Por eso, tome muy en serio cualquier pecado, incluyendo una ruptura de relaciones con un miembro del cuerpo de Cristo, esa ruptura de relación, implica una ruptura con Dios.

Dios es un Dios misionero. Él siempre envía personas; envió a su Hijo y al Espíritu Santo para cumplir su misión.  Uno de los mayores ajustes que necesitamos hacer es descubrir la misión que Dios tiene para nosotros, nuestro llamado o vocación, y entregarnos a ello con alegría y dedicación. Esa misión normalmente nos llevará fuera de nuestro círculo de comodidad y nuestro círculo de amigos, colocándonos en aventuras divinas, donde necesitamos depender de Dios. Mediante esa dependencia, Él actuará a favor nuestro y a través de nosotros.

7.      Usted llega a conocer a Dios por la experiencia a medida que le obedece y él realiza su obra a través de usted.

La obediencia es costosa para usted y las personas a su alrededor.  La única cosa más cara es la desobediencia. Vea la desobediencia de Adán y Eva, Moisés, David con Betsabé, Jonás y otros grandes líderes bíblicos. Dios permite que le desobedezcamos, pero no permitirá que vayamos lejos sin algún tipo de disciplina para traernos de vuelta.

Siempre que Dios nos revela una nueva verdad, necesitamos ponerla en práctica. Si no, nos engañamos pensando que entendemos aquello cuando realmente no lo experimentamos. Oír a Dios y no obedecerle nos endurece. Si este proceso continúa, algo muere dentro de nosotros y pasamos a justificarnos o ni siquiera admitimos nuestra desobediencia.

La vida cristiana es una experiencia personal, no se limita sólo a conceptos, doctrina o estudio bíblico, ni siquiera a momentos lindos de alabanza o a estar en la iglesia. A través de nuestra obediencia, entramos en la alegría de conocer a Dios y experimentar su voluntad.

Preguntas para la reflexión (individual y en grupo pequeño)

1)      ¿Qué le ayudaría a vivir consciente de la presencia y los propósitos de Dios en su caminar diario?




2)      ¿Cuál es una de las áreas principales donde Dios está actuando en y a través de su vida?



3)      ¿Enfrenta alguna crisis de fe que exige fe y acción? ¿Por qué sí, o por qué no?




Para profundizar
Lea Henry Blackaby y Claude King, “Conociendo a Dios y haciendo su voluntad” (Ed. Life Way) – de preferencia con por lo menos mas de una persona


[1] En Pos de lo Supremo, 13 de Febrero