En el capítulo anterior comentamos una de las características más
sobresalientes de un hijo de Dios: el hijo no puede hacer nada por si mismo,
sino lo que ve hacer al Padre. No conozco otro libro que ayude a desarrollar
discernimiento y oír la voz de Dios tanto como el de Henry Blackaby y Claude
King, “Conociendo a Dios y haciendo su
voluntad” (Ed. Life Way). Seguidamente resumimos los siete principios que
ellos trabajan como base para escuchar a Dios. Quien estudió este libro,
generalmente, fue profundamente tocado. Infelizmente, con el paso del tiempo,
la mayoría no recordamos los siete principios y fácilmente olvidamos lo que
aprendimos. El repaso que sigue afinará nuestro discernimiento y habilidad para
vivir bajo la dependencia de Dios con integridad. A continuación, en el resumen
que se presenta usted recordará algunos puntos que ya tratamos; de todos modos
es importante reiterar estas verdades profundas para que puedan penetrar en
nuestro corazón.
1.
Dios está obrando a nuestro alrededor
La Biblia es clara: cada día Dios actúa en todas las cosas (Rom. 8:28).
Claro que inicialmente muchas cosas nos dejan perplejos, confusos y hasta con
miedo, rabia o tristeza. Pero, el “puntapié inicial” de oír a Dios es confiar
en él, que Dios realmente está presente, que actúa y su acción es con propósito
para nuestro bien. Lo que nos sorprende muchas veces es que el bien que Dios
busca para nosotros no es que nos sintamos bien, pero sí que nos volvamos
buenos, conformados a la imagen de su Hijo Jesucristo (Rom. 8:29).
Para caminar en la voluntad de Dios, necesitamos ser moldeables, como el
barro en las manos del alfarero. ¡Lo que
El quiere hacer en nosotros es más importante de lo que El quiere hacer a
través de nosotros.
2.
Dios busca una relación de amor continuo con usted que sea real y personal.
A medida que seguimos a Jesús, un día a la vez, él nos guiará según la
voluntad de Dios. No es un programa, un método o una formula. Es una relación
de amor con Dios. Si soy el amigo de alguien, intuitivamente percibo lo que él
quiere. Jesús dice “Ustedes son mis amigos”.
Dios desea revelarse. Pero se requiere pasar tiempo en su presencia y en su
Palabra, para que podamos entender lo que El nos quiere mostrar.
“El que es de Dios escucha lo que
Dios dice. Pero ustedes no
escuchan, porque no son de Dios.” (Jn 8:47). El primer paso para caminar con Dios no es actuar, sino
pararse y oír, asegurándose que la relación esté bien. Llegará la hora de
actuar, mas la relación viene primero. Oswald
Chambers aclara esto cuando dice:
El objetivo de mi vida espiritual es tener una identificación tal con
Jesucristo, que siempre escuche lo que Dios dice; y yo sé que Dios siempre me
oye (Jn 11:41). Si estoy unido a Jesucristo, oigo a Dios porque siempre
estoy interesado en escucharle. Un lirio, un árbol o un siervo de Dios me pueden
transmitir el mensaje de Dios. Lo que me impide de oírlo es que estoy envuelto
con otras cosas. No es que no quiera oír a Dios, es que mi devoción está
dirigida en la dirección equivocada. Soy devoto a las cosas, al servicio y a
las convicciones, y Dios puede decir lo que quiera, yo no lo escucho. La
actitud de un hijo debe ser siempre: “Habla, Señor, porque tu siervo oye”. Si
me he dedicado a oírlo, sólo escucho la voz de Dios en ciertas ocasiones; el
resto del tiempo estoy metido en otras cosas –cosas que digo que necesito hacer
– y así me vuelvo sordo a él; esta no es vida de un hijo de Dios. ¿Habré
escuchado hoy la voz de Dios? [1]
Ser amado por Dios es la más elevada relación, el hecho más completo y la
más elevada posición en la vida. Cuando estamos llenos de Él y de su amor, qué
más necesitamos? Si no estamos plenamente convencidos de su amor hacia a
nosotros, necesitamos oír antes que nada la frase que Jesús oyó muchas veces “Este
es (usted
es) mi hijo amado; estoy muy complacido con él”
(Mt. 3:17; 12:18; 17:5, cursivas
nuestras). Recuerde que el Señor escuchó estas palabras antes de comenzar
su ministerio. El amor del Padre no depende de nuestro servicio.
Si entiendo su amor, mi tiempo a solas con Él será porque lo conozco y lo
amo, y no para aprender acerca de Él; será un encuentro de grandes amigos,
compartiendo sus corazones y oyendo el corazón uno al otro.
3.
Dios le invita a involucrarse con él en su obra.
Dios revela aquello que está haciendo y lo que pretende hacer. La
revelación pasa a ser una invitación para que nos juntemos a él. Dado que esa
invitación requiere cambios en nuestra mente, corazón y comportamiento, no
podemos continuar como estamos y seguir a Dios.
Para conocer y hacer la voluntad de Dios necesitamos morir a nosotros
mismos diariamente, negar nuestro yo y tener una vida centrada en Dios. Él hará
más en seis meses con un pueblo consagrado de lo que nosotros podríamos hacer
sin él en sesenta años. Comprender lo que Dios quiere realizar en el lugar
donde estamos es más importante que decirle a él lo que queremos hacer para él.
Los propósitos de Dios son más importantes que los nuestros. El momento en que
él nos habla es el momento exacto que él quiere que le respondamos.
4.
Dios habla a través del Espíritu Santo, por medio de la Biblia, de la
oración, de las circunstancias y de la iglesia, con el fin de revelarse a sí
mismo, sus propósitos y manera de actuar.
Dios no cambió. Él todavía habla a su
pueblo. Si tengo dificultades en oír su voz, entonces tengo problemas en mi
experiencia cristiana. Dios habla de las más diversas formas; reconoceremos su
voz si estamos en una relación íntima con Él.
La mayoría de los creyentes no oyen a Dios día a día y tampoco en su tiempo
devocional. En gran parte, es porque sencillamente nadie les discípulo ni
enseñó cómo hacer esto. No es complicado. A la hora de aprender, crecer o
evaluar, nos puede ayudar ver que el proceso realmente es intuitivo y natural
en sus pasos:
A.
Ore… entendiendo que la parte más importante de la oración es
oír a Dios. Entonces quede en silencio un tiempo para oírlo. Entender el
corazón de Dios es más importante que hablar del suyo.
B.
Observe…. Lo que Dios hará enseguida. Quede atento a lo que
sucederá en el lugar, situación o persona que era el propósito de su oración.
Nuestro mayor problema es orar y olvidar, no imaginar que Dios responderá.
C.
Haga la conexión entre la oración y sus observaciones. En este sentido, un diario espiritual es muy importante para anotar lo
que Dios le está diciendo. Nos ayuda a volver a leer semanal o periódicamente.
D.
Identifique lo que Dios ya estaba haciendo antes de su oración. No caiga en la estupidez de pensar que Dios no estaba haciendo nada hasta
que empezó a orar. Él normalmente da
continuidad a lo que ya estaba haciendo.
E.
Haga preguntas de sondeo a las personas por quienes estaba orando. Entre ella puede incluir:
·
¿Le gustaría que
orase por usted?
·
¿Cómo puedo orar por
usted?
·
¿Le gustaría
conversar?
·
¿Qué es lo que usted cree
que es su mayor desafío en esta situación?
·
¿Cuál es la cosa más
significativa en su vida en estos días?
·
¿Qué es lo que Dios
está haciendo en su vida?
·
¿Qué es lo que Dios
le ha mostrado en estos días?
·
¿Qué preocupación
especial Dios ha puesto en su corazón?
·
¿Dónde se encuentra
en su peregrinaje espiritual? (Esta es una buena pregunta para persona no
creyente)
F.
Oiga. Oiga las respuestas a estas preguntas para percibir
mejor lo que Dios está haciendo.
Cuando no oiga nada de Dios, continúe haciendo la última cosa que le
escuchó hablar, espere y aguarde un nuevo encuentro con Él. A veces tenemos
dificultad de oír a Dios porque estamos muy involucrados emocionalmente. Cuando
estamos en crisis o con emociones turbulentas es difícil oír bien. En esa hora,
pida a otros que oren y oigan con usted y por usted. Es la hora que el cuerpo
de Cristo necesita apoyarlo de forma especial. A través de las oraciones de
nuestros hermanos y hermanas el Espíritu Santo intercede por nosotros. Esas
personas necesitan compartir con nosotros lo que oyeron decir al Padre. En
verdad, debe ser normal para los miembros de la iglesia hablar de lo que
sienten que Dios está haciendo; si no fuera así, el cuerpo entero está con
problemas.
5.
La invitación que Dios le hace para que usted trabaje con él siempre lleva
a una crisis de fe que exige fe y acción.
Si Dios tiene una tarea grande para nosotros, él necesita desarrollar un
gran carácter para igualarnos al tamaño de esa tarea, antes que él ordene que
ella sea ejecutada. Dios tiene el derecho de interferir en nuestras vidas. Él
es el Señor. Cuando lo aceptamos como Señor, le damos el derecho de usar
nuestras vidas en la hora y en la forma que él quiera.
Una buena pregunta que podemos hacernos es: ¿Si Jesús estuviese en este
momento en nuestro lugar haría lo que estamos haciendo? Cuando hacemos esa
pregunta, sus respuestas son del tamaño de él. Nos llevan a pensar más allá de
lo que hicimos hasta ahora. Necesitamos ser más sensibles a lo sobrenatural y a
la posibilidad de Dios manifestar su poder divino a través de nosotros o en
nuestro contexto. Dios quiere, mucho
más, que usted lo experimente a él que resolverle cierto problema. Él puede
resolver problemas en todo momento; pero lo que al Señor le importa más es que
usted le conozca y experimente Su vida.
6.
Es necesario hacer ajustes profundos en nuestra vida para unirnos a Dios en
aquello que él está haciendo.
Posiblemente una de las mayores razones por la cual no tenemos respuestas a
nuestras oraciones es porque queremos que Dios responda sin que nosotros nos
pongamos en acción. La mayoría de las veces la respuesta de Dios tendrá que ver
con que nosotros hagamos ajustes en nuestra forma de pensar o accionar. Usted
no puede quedarse donde está e ir al frente con Dios al mismo tiempo.
Servimos al Rey de reyes; nosotros
necesitamos amoldarnos a Él y no preguntarnos por qué él no se amolda a
nosotros. La mayor tarea de Dios es amoldar a su pueblo conforme a su imagen. A
veces esto toma tiempo porque tardamos en llegar a la forma exacta que él desea
que tengamos. Esto se aplica a nosotros individualmente, como también de forma
colectiva, a la iglesia. Cuando no estamos oyendo claramente a Dios,
necesitamos ser pacientes hasta que él aclare sus propósitos, entendiendo que
posiblemente necesitamos cambiar nuestro carácter o actitud para que Dios pueda
seguir adelante con sus planes.
Es imposible experimentar todo lo que
Dios tiene para nosotros sin ser parte del cuerpo de Cristo, una iglesia local.
Dios no desiste de las personas ni de su iglesia y yo debo ser como él.
Recuerde que relaciones íntimas con Dios son más importantes que los edificios,
presupuestos, programas, métodos, tamaño de la iglesia, número de empleados o
cualquier otra cosa. No dejemos que preocupaciones secundarias como ésas nos
alejen de los propósitos principales de Dios. El pecado interrumpe el fluir del
Espíritu y la habilidad de oírlo. Por eso, tome muy en serio cualquier pecado,
incluyendo una ruptura de relaciones con un miembro del cuerpo de Cristo, esa
ruptura de relación, implica una ruptura con Dios.
Dios es un Dios misionero. Él siempre envía personas; envió a su Hijo y al
Espíritu Santo para cumplir su misión.
Uno de los mayores ajustes que necesitamos hacer es descubrir la misión
que Dios tiene para nosotros, nuestro llamado o vocación, y entregarnos a ello
con alegría y dedicación. Esa misión normalmente nos llevará fuera de nuestro
círculo de comodidad y nuestro círculo de amigos, colocándonos en aventuras divinas,
donde necesitamos depender de Dios. Mediante esa dependencia, Él actuará a
favor nuestro y a través de nosotros.
7.
Usted llega a conocer a Dios por la experiencia a medida que le obedece y
él realiza su obra a través de usted.
La obediencia es costosa para usted y las personas a su alrededor. La única cosa más cara es la desobediencia.
Vea la desobediencia de Adán y Eva, Moisés, David con Betsabé, Jonás y otros
grandes líderes bíblicos. Dios permite que le desobedezcamos, pero no permitirá
que vayamos lejos sin algún tipo de disciplina para traernos de vuelta.
Siempre que Dios nos revela una nueva verdad, necesitamos ponerla en
práctica. Si no, nos engañamos pensando que entendemos aquello cuando realmente
no lo experimentamos. Oír a Dios y no obedecerle nos endurece. Si este proceso
continúa, algo muere dentro de nosotros y pasamos a justificarnos o ni siquiera
admitimos nuestra desobediencia.
La vida cristiana es una experiencia personal, no se limita sólo a
conceptos, doctrina o estudio bíblico, ni siquiera a momentos lindos de
alabanza o a estar en la iglesia. A través de nuestra obediencia, entramos en
la alegría de conocer a Dios y experimentar su voluntad.
Preguntas para la reflexión (individual y en grupo pequeño)
1)
¿Qué le ayudaría a vivir
consciente de la presencia y los propósitos de Dios en su caminar diario?
2)
¿Cuál es una de las
áreas principales donde Dios está actuando en y a través de su vida?
3)
¿Enfrenta alguna
crisis de fe que exige fe y acción? ¿Por qué sí, o por qué no?
Para profundizar
Lea Henry Blackaby y Claude King, “Conociendo a Dios y haciendo su voluntad”
(Ed. Life Way) – de preferencia con por lo menos mas de una persona