6. La Vida en el Espíritu



Existen tres momentos en la vida de un hijo de Dios: la derrota, la victoria y el sufrimiento y debilidad. Veamos brevemente cada uno de estos momentos, concentrándonos en el tercero por ser el menos entendido.

EL MOMENTO DE LA DERROTA

Desde su punto de vista, ¿la vida cristiana es fácil, difícil o imposible? Deténgase un momento para subrayar su respuesta antes de continuar con la lectura.

La mayoría de creyentes diría que es difícil. Ellos experimentan dificultades reales cada día. Una minoría diría que es fácil, porque tienden a súper espiritualizar la vida cristiana y dicen que con Jesús en el barco todo es siempre fácil o porque realmente viven en el fluir del Espíritu y entienden que el Espíritu vuelve la vida cristiana fácil.

Es posible discutir las respuestas de arriba, pero déjeme sugerir que la vida cristiana es imposible para nosotros, seres humanos, a no ser por la intervención sobrenatural del Espíritu de Dios. Sólo por su poder podemos tener la osadía de decir que vivimos como Cristo, que somos auténticos embajadores suyos, que podemos hacer sus obras y vivir como sus verdaderos hijos. Quien no reconoce que la vida cristiana es imposible, tiende a esforzarse para vivirla, llegando así a la conclusión de que realmente es difícil.

Para muchas de esas personas, la descripción de la vida cristiana que mejor conocen en la experiencia personal, es aquella que está al final de Romanos siete, donde Pablo describe la vida derrotada con frases como éstas:

Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado, porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mi, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, si no el mal que no quiero, eso hago.[1]

Infelizmente, probablemente una mayoría de creyentes se identifica con este pasaje.  Me recuerda a un predicador que proclamó el evangelio que salva, pero al final usó este pasaje para explicar que las personas necesitaban entender que, entregando sus vidas a Jesús, éste sería el futuro de ellos. No me sorprendí cuando nadie respondió al desafío. Al mismo tiempo, veo que el predicador estaba hablando de su realidad y con toda integridad, no podía vender un evangelio triunfalista que no correspondía al que él entendía ser la realidad cristiana.

Algunos dicen que en este pasaje Pablo está usando un presente dramático para hablar de algo que era en la vida pasada de él como Fariseo que procuraba cumplir la ley. Otros dicen que Pablo está describiendo la vida del creyente sin el poder del Espíritu. En ambos casos, sabemos que sin el poder del Espíritu Santo estamos condenados a una vida miserable como la descrita arriba. Con razón Pablo exclamó al final del capítulo que, gracias a Dios existe otra opción.

EL MOMENTO DE LA VICTORIA
En Romanos ocho Pablo describe la vida victoriosa. Eugene Peterson, en la traducción de The Message, expresa los primeros versículos de este capítulo, de la siguiente manera:

Con la llegada de Jesús, el Mesías, ese dilema fatídico está resuelto. Aquellos que experimentan el estar-aquí- junto con Cristo no necesitan vivir más sobre una nube negra continua que se instala sobre nosotros. Un nuevo poder opera. El Espíritu de vida en Cristo, como un viento recio, limpia el aire de forma magnífica, liberando a usted de una vida presa en una tiranía brutal en manos del pecado y de la muerte. [2]

Aunque el Espíritu Santo habite en todos los cristianos, no todos son llenos de su poder, viviendo bajo su control. La Cruzada  Estudiantil tiene un folleto excelente sobre este tema[3] que reproducimos a continuación.

Usted puede ser lleno del Espíritu Santo ahora mismo, sí usted puede:

·         Desear sinceramente ser controlado y fortalecido por el Espíritu Santo (Mt 5:6; Jn 7:37-39)
·         Confesar sus pecados, arrepintiéndose de ellos. Por fe agradezca a Dios el hecho de haberle perdonado todos sus pecados, pasados, presentes y futuros – porque Cristo murió por usted (Col 2:13-15; Jn 1; 2:1-13; Heb 10:1-17)
·         Presentar cada área de su vida a Dios (Ro 12:1-2)
·         Por la fe, aduéñese de la plenitud del Espíritu Santo, de acuerdo con:
1.      Su orden – Sea lleno del Espíritu Santo, “No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno.  Al contrario, sean llenos del Espíritu Santo” (Ef 5:18)
2.      Su promesa – Él responde cuando oramos de acuerdo a su voluntad. “Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido” (1 Jn 5:14-15)

Somos llenos del Espíritu Santo por la fe. La verdadera oración es un modo de expresar su fe. Sugerimos la siguiente oración:

Querido Padre, necesito de ti. Reconozco que he buscado dirigir mi propia vida, y como resultado, he pecado contra ti. Te agradezco por el perdón de mis pecados a través de la muerte de Cristo en la cruz. Ahora, invito a Cristo que tome nuevamente el control de mi vida. Lléname de tu Espíritu Santo, como ordenaste que yo fuese lleno y como prometiste en tu Palabra que haría si pidiese con fe. Pido esto en el nombre de Jesús. Como expresión de mi fe, te agradezco ahora por dirigir mi vida y llenarme de tu Espíritu Santo. Amen.

Existen varias barreras para ser llenos del Espíritu Santo: el pecado, la ruptura de relación con otras personas, conflictos no resueltos, y heridas o fortalezas que toman control de parte de nuestra alma. Existen dos razones más grandes por las qué no caminamos llenos del Espíritu. En primer lugar, porque confiamos en nosotros mismos, nuestra madurez y habilidad.  En un orgullo inconsciente no practicamos el ejercicio de respiración espiritual “exhalando” lo que es impuro o raro es “inhalando” el Espíritu Santo y la mente de Cristo. Simplemente no pedimos que él nos llene pero no nos entregamos para caminar en dependencia del Espíritu. Nos asustamos y sorprendemos cuando nuestra vida no anda bien. Creemos que la vida cristiana es difícil en lugar de entender que es imposible y nos entregarnos a Dios para que Cristo viva en nosotros.

En segundo lugar, la mayoría de nosotros no entendemos que existe un tercer momento en la vida cristiana que también es una expresión de vida en el Espíritu: El momento del sufrimiento y las flaquezas descritas en Rom. 8:17-29.  En ese momento, no experimentamos la vida plena, victoriosa de amor, libertad del control del pecado, poder espiritual y alegría.  Por no entender que existe este tercer momento, concluimos que caímos en la vida derrotada. En esa perspectiva errada, muchas personas que pasan por sufrimientos o flaquezas se sobrecargan con sentimientos de culpa falsa, tristeza y hasta depresión, por sentir que son derrotadas.

EL MOMENTO DE SUFRIMIENTO Y FLAQUEZA [4]

Todos pasamos por tales momentos, momentos que pueden durar un día, un mes, un año, o la vida entera. Mi hija, Karis, nació sin el 80% de los nervios intestinales y con los 20% restantes sin funcionar. Desahuciada por los médicos a los dos meses de edad, ahora ella, a los 28 años, es una muestra del poder milagroso de Dios. Al mismo tiempo, Dios escogió no sanarla totalmente, llevándola a experimentar sufrimiento y flaquezas en la mayor parte de su vida. Cuando se acabaron todas las otras opciones, pasó por un transplante de intestino en agosto del 2004. Llegó a estar lo suficientemente bien para ir a la casa, pero eso duró apenas 3 días antes de volver a ser internada. El 4 de Noviembre ella fue para la UTI (Unidad de Tratamientos Intensivos), y los médicos pensaban que la íbamos a perderla por una neumonía de Legionnaires. El nuevo intestino ya estaba con bastantes problemas de rechazo y tuvimos que perderlo cuando dejamos de reprimir el sistema inmunológico de ella para combatir la neumonía, venciendo a la Legionnaires, Karis agarró otra neumonía viral, 74 días en UTI, donde la mayor parte estuvo en coma inducido. Ella se transformó en un desafío tremendo para el equipo de transplante que no tuvo problemas como éste desde que establecieron nuevos tratamientos hace tres años; un desafío mayor para el equipo de enfermedades contagiosas, para el equipo pulmonar, para el equipo de terapia física, ya que todos sus músculos se atrofiaron y para otros especialistas de otras ramas que vinieron para ayudar cuando efectos colaterales de diversas drogas pesadas terminaron afectando otras partes del cuerpo de ella: pérdida de audición, dolores, o pérdida de sensibilidad en los pies y así sucesivamente. El seguro nos comunicó que llegaron al límite de la prima y no podían seguir atendiéndola.

En enero del 2006, Karis pasó por un segundo trasplante de cinco órganos: intestino, duodeno, estómago, páncreas e hígado. Ella recibió alta después de cinco meses y medio de estar internada.[5]  El año pasado cumplimos 20 años como misioneros en Brasil para vivir con Karis en Pittsburgh, USA – el centro mundial de trasplantes.  En los siete años anteriores vivía en San Pablo, Brasil y viajaba para visitar a Karis y mi esposa Débora que cuidaba de ella.  Siempre pensábamos que una cirugía más o intervención y Débora estaría libre para volver a Brasil.  Una vez que finalmente quedo claro que Karis no iría a mejorar y seria dependiente de nosotros y del hospital y médicos del equipo de trasplante por el resto de la vida, me mudé a Pittsburgh y ahora viajó con frecuencia para continuar mi ministerio en América Latina.

Nosotros no estamos solos en este sufrimiento, más allá de los millares de personas que nos acompañan y apoyan, existen muchas otras con desafíos parecidos. Todos nosotros conocemos los sufrimientos por los cuales pasamos: enfermedad, muerte de algún ser querido, violencia, abuso, desempleo, problemas emocionales, problemas conyugales (o falta de un cónyuge), hijos con problemas, relaciones rotas y así sucesivamente. Deténgase un momento para identificar un área en la cual usted espera que Dios actúe hace tiempo y todavía no vio su respuesta. Anótelo con algunos detalles aquí:
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A la luz de eso, deje que el Espíritu Santo le ministre por la traducción de Eugene Peterson (The Message) de Ro 8:22-29.

En todo nuestro derredor observamos una creación encinta. Los tiempos difíciles de dolor en el mundo entero son simples dolores de parto. Pero no están sólo a nuestro derredor, también están dentro de nosotros. El Espíritu Santo está despertándonos por dentro. También nosotros sentimos los dolores de parto. Estos cuerpos dolidos y acabados desean liberación total. Por eso, el aguardar no nos disminuye, igual como el tiempo de espera no disminuye una madre encinta. Somos engrandecidos en la espera. Claro, nosotros no vemos lo que nos engrandece.  Pero lo más que esperamos, lo mas que crecemos y lo más alegre se vuelve nuestro suspenso.

Al mismo tiempo, el momento en que nos cansamos de esperar, el Espíritu de Dios está a nuestro lado ayudándonos. Si no sabemos cómo o qué orar, no importa. Él ora dentro de nosotros y por nosotros, cambiando nuestros suspiros sin palabras y gemidos angustiantes en oraciones. Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, entiende nuestra condición de embarazo y nos mantiene delante de Dios. Por eso, podemos estar tan confiados de que cada detalle en nuestras vidas de amor por Dios está siendo trabajada para algo bueno.

Dios sabía lo que hacía desde el punto inicial de partida. Él decidió desde el comienzo formar la vida de los que lo aman en la misma línea que la vida de su Hijo. El Hijo se levanta como el primero en la línea de la humanidad que Él restauró.  Vemos la forma original y prevista de nuestras vidas en él.[6]

Dios me habló que el 2005 sería el año de esperar en él. Yo le reclamé que ya hice eso, desde el inicio de Febrero del 2004, cuando Débora, mi esposa, fue a vivir a los EEUU para acompañar a Karis para esperar el trasplante. Él me habló que no esperé bíblicamente y quería enseñarme lo que era eso. Me mostró cuatro características de aguardar o esperar bíblicamente, basado en el pasaje de arriba.

Primero, necesitamos reconocer que estamos embarazados, ver lo que fue concebido, lo que Dios depositó, y lo que él claramente comenzó antes del sufrimiento y flaqueza. Veo, por ejemplo, que Dios hizo que Karis sea una persona puente entre América Latina y América del Norte; entre evangélicos y católicos, estudiando en Notre Dame, la mejor universidad católica de EEUU; entre extrovertidos e introvertidos, (ella es extrovertida, pero la mayor parte de su vida tuvo que ser introvertida por falta de salud y fuerza); entre los pentecostales, que creen que Dios siempre sana y que no ven una teología del sufrimiento y nuestros hermanos más conservadores que tienen dificultad en creer que Dios sana hoy. Pudiendo ver lo que Dios depositó en ella, me permite esperar bíblicamente que él complete la buena obra que comenzó.

Segundo, necesitamos reconocer lo que Dios está formando en nosotros – algo más allá de lo que fue depositado o concebido inicialmente. Karis fue en Notre Dame a la facultad de Medicina, queriendo ser una Pediatra misionera en África. Aprendió francés al punto de hacer su tiempo devocional en francés. Un año después el decano le dijo que ella necesitaba cambiar de especialidad pues no pudo completar el curso por la falta de fuerza física y por estar internada cada semestre y terminar cada semestre con materias incompletas. Ella lograba reponer las clases, pero no lograba reponer los ejercicios de laboratorio.  Entonces buscó entre 130 carreras de la universidad sin encontrar nada que se ajustase a ella; pidió crear su propia especialización.  Cinco personas en la historia de Notre Dame hicieron eso. Después de defender delante de un panel de profesores la tesis de la Universidad, la especialización de Karis es una combinación de Relaciones Internacionales, paz, reconciliación y periodismo. Ella aprendió árabe porque siente que los mayores problemas mundiales en su generación tendrán que ver con el pueblo musulmán. Dios mantuvo lo que depositó en ella y lo reformuló a través de este período de esperar en él.

En tercer lugar, reconocer que Dios nos está formando, generalmente a través del dolor o sufrimiento. Una escena en la película “El Regreso del Rey” de J.R. Tolkien, la última de la serie “El Señor de los Anillos”, muestra los fragmentos de la espada que ganó la batalla contra el maligno en otra época. Ellos son guardados en un lugar bonito y sagrado, detrás de un vidrio, encina de un almohadón mullido. La próxima escena se abre con la espada siendo fundida y forjada, con un brillo rojo por el calor del fuego y siendo templada por dos hombres grandes que martillan con todas sus fuerzas. Quien conoce el proceso sabe que después la espada es metida en agua fría antes de ser colocada de nuevo en el fuego y golpeada para templarla de nuevo, repetidas veces, pero una vez forjada, se vuelve un arma terrible en las manos del rey. Esperar bíblicamente quiere decir: saber que Karis está siendo templada. El sufrimiento actual de ella no se compara con la gloria que será revelada. Puede ser que esa gloria incluya que ella gane la habilidad de sufrir por Jesús en otras circunstancias futuras.

En cuarto y último lugar, necesitamos visualizar los resultados de lo que Dios está haciendo, mirando el día de nacimiento, no conociendo los detalles de lo que nacerá, pero teniendo una visión creciente. Nuestros ojos espirituales pueden ver que Jesús está siendo formado en Karis y ella está volviéndose más y más como él. Jesús es la muestra de nuestro futuro, si permitimos que él cumpla sus propósitos a través de los momentos de sufrimiento y flaqueza. Que Dios nos libre de una teología que sólo ve victoria o derrota. Que nos libre de nuestra tendencia de huir del sufrimiento, no percibiendo que él tiene propósitos eternos para cumplirlos a través del sufrimiento.

Que Dios abra nuestros ojos a una visión donde él nos llama a esperar bíblicamente en él. Eso no significa que esperemos pasivamente, dejando que Dios haga todo y nosotros descansemos. La mayoría pasa por sufrimientos sin ganar los frutos de él. El pueblo de Dios que sufrió en el desierto por 40 años, después de la salida de Egipto, ganó nuevos ojos y nuevas habilidades; entraron al desierto con la mentalidad de dependencia, miedo y esclavitud. Salieron como guerreros que sabían depender de Dios y hacían temer a todos los pueblos de Canáan. El llamado de conquistar la tierra prometida no cambió, pero sí, ellos cambiaron. Aprendieron las lecciones de esperar bíblicamente creciendo en las cuatro características descritas. Que esas verdades puedan crecer en cada uno de nosotros, volviéndonos guerreros que revelan el carácter y la gloria del Rey.

Preguntas para la reflexión (individual y en grupo pequeño)

1.      ¿Con cuál de los tres momentos en la vida cristiana usted más se identifica hoy?



2.      En cuál área de su vida Dios le llama a esperar bíblicamente?



3.      En ese contexto, reflexione sobre las cuatro características de esperar bíblicamente.  Para empezar, ¿de qué está embarazado?


Para profundizar
·         Lea un libro de Philip Yancey sobre el dolor:
- Cuando la Vida Duele, 2002.
- Cuando Nos Duele, 2007.
- El Don Del Dolor – Por que Sufrimos y que Debemos Hacer con el Sufrimiento, 2006.


[1] Rm 7:14, 15,17-19 RV95.
[2] El Mensaje (Ro 8.1,2) traducción libre
[3] Vea el sitio: www.greatcom.org/portugues/spirit.htm/^ da Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, que incluye gráficos, diagramas y links para otros sitios
[4] El ministerio de restauración de almas (REVER) dentro de MAPI capacita ministros de restauración. El estudio sobre la base bíblica de restauración profundiza ese estudio con siete características de alguien que pasa por el momento de sufrimiento y flaqueza. Para más informaciones vea el sitio www.pastoreodepastores.com sección Ministerios.
[5] Si quiere saber detalles actualizados, vea el sitio de Karis: www.blogsobreakaris.com
[6] Traducción libre